domingo, 24 de febrero de 2013

¿EL COLEGIO DE ARQUITECTOS O "EL CASTILLO" DE KAFKA?

El ejercicio de la actividad de arquitecto es, en estos tiempos de penuria económica, una tarea casi imposible de realizar; a la escasez de clientes y encargos profesionales, se une la competencia indeseable que ejercen las entidades financieras con la oferta de viviendas construidas en stock, a lo que hay que añadir las exigencias en cuanto a cumplimento de Normativas Técnicas y Urbanísticas cada vez más complejas y restrictivas (CTE, NUM, DOTSE, Ley de Prevención Ambiental, etc.…) y una baja considerable de los honorarios como consecuencia de la competencia derivada de la eliminación de las Tarifas Oficiales.

El distanciamiento que se está produciendo entre el profesional y las instituciones que han  de controlar, visar, informar y otorgar los respectivos visados, informes y licencias, está asfixiando  la práctica profesional.
Estas instituciones, lejos de entender que el arquitecto, en la mayoría de los casos, no es más que un profesional cualificado que pretende ganarse la vida ofreciendo a sus clientes un lugar donde vivir o desarrollar su actividad dignamente, parece que lo que prima es un obsceno afán recaudatorio que está por encima de otras consideraciones de tipo humanista que la arquitectura siempre ha tenido, de tal modo que, a la falta de trabajo e ingresos y a la reducción de honorarios, se une un incremento sustancial de los gastos que nos imponen; que van desde los gastos de  visado hasta las  mayores exigencias por parte de las administraciones locales y un aumento considerable de la documentación y el trabajo que ha de tener cada proyecto, y sobre todo, un cada vez mayor distanciamiento de una profesión cuyo buque insignia ha sido históricamente la humanización de los espacios públicos y privados y un trabajo profesional realizado a escala humana.

Estamos asistiendo, en estos tiempos a un vuelco en las relaciones ciudadano-estado, administrado-administración, colegiados-colegio que produce el efecto contrario al espíritu que creíamos que tenían estas instituciones; una administración se crea, entre otras funciones, pensábamos, para proteger al administrado y salvaguardar sus derechos: educación, sanidad, trabajo, vivienda digna, etc….).

Ahora parece que los ciudadanos estamos al albur de las administraciones y más concretamente de sus representantes, que nos imponen, a veces  de manera arbitraria, cada día más obligaciones y menoscaban nuestros derechos, cercenando la confianza que teníamos en las instituciones y haciéndonos cada día más vulnerables, más débiles y menos libres.

Los arquitectos, por nuestra actividad, tenemos la necesidad de acudir con frecuencia a realizar consultas a muchas instituciones: Ayuntamientos, JCyL (Fomento, Urbanismo, Medio Ambiente), Colegio de Arquitectos…, y ya sea por el aumento de la cantidad  y complejidad de las normativas de aplicación o por los métodos de trabajo que hoy se imponen, desde estas instituciones a los funcionarios y que nos exigen a los profesionales, la sensación que tenemos, es de acudir al ”Castillo” de Kafka, donde hay una burocracia asfixiante y nada resolutiva.

Si ya es muy desagradable esta percepción que tenemos en estos inhóspitos lugares donde el trato es muy impersonal y distante, queremos tener la esperanza de que, con el esfuerzo de todo el colectivo, al menos cuando vayamos a nuestro colegio a realizar cualquier gestión accedamos a un bello edificio lleno de luz y claridad y no a un oscuro y opaco “castillo”.

2 comentarios:

  1. ¿no creéis que el Colegio debería hacer un listado con el nombre de aquellos Arquitectos que han sido condenados por ejercer negligentemente y muchas veces dolosamente su actividad profesional?, ¿por ejemplo en el caso de las construcciones junto al Eresma?.
    Esa es la ética que pretendemos mantener en nuestra profesión. Creo que deberíamos ser menos corporativistas en estos temas ya que en la pelea por el cliente ya hemos dejado de serlo, ¡viva la rebaja de honorarios para quitar el pan a los demás! (esto es ironía).

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  2. UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA
    Nuestro Colegio se ha dedicado a cobrarnos de forma despiadada las tasas de visado de expedientes no retirados, que por supuesto no hemos cobrado, con medidas de presión. Y a continuación nos subvenciona la cuota colegial y todos tan contentos. No seamos ingenuos, ¿de donde os creeís que ha salido esa subvención? La hemos pagado nosotros previamente con esa recaudación forzada y además el que se ha negado a pasar por caja para pagar se ha quedado sin subvención de cuota colegial. Que no nos engañen, que esto luego no aparece en los presupuestos colegiales.
    Esto si es puro chantaje y burocracia de "EL CASTILLO" de Kafka.

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